A la mañana siguiente, Black Jack se preparaba para emprender
la marcha. A duras penas pudo calzarse dentro del peto blindado BH7. Un
pensamiento rondaba su cabeza desde la tarde de ayer, las palabras de Hamilton,
tan claras y tan misteriosas a la vez… Complicado iba a ser el envite.
Con sumo cuidado entalló su dolorido cuerpo dentro de la
gabardina de blindaje blando. El brazo izquierdo quedaba exageradamente
abultado y las capas de tensoplas le limitaban la movilidad, por suerte, era
diestro.
Vio reflejada su imagen en un gran espejo adosado en el
armario, apenas reconoció a la persona que vio reflejada; barba desaliñada,
ojeras pronunciadas y una mirada que recordaba bien poco, al inspector de
policía que fue en antaño.
Enturbió la imagen reflejada, desenfundando su nueva pistola japonesa requisada en el tiroteo de la plaza, conforme tenía el brazo izquierdo, no
había que dejar de lado, usarla en distancias cortas, girarse y encañonar de
manera rápida con su Remington a priori parecía complicado.
Black Jack. Por Óscar Font