16 oct 2012



    Entrada 172.


    Circulo de Hombres Berebere alrededor de la nube de G.Mostaza.

    Un grito aterrador salió del interior, hibrido de humano y bestia, ¿Qué atroz dolor podía producir semejante llanto? Se preguntaron para sus adentros múltiples bereberes, -no son hombres, ni maquinas, son demonios- decía con susurros mientras formaban esperando las ordenes del Imán.

    Al elevado sonido que representaba el dolor en su estado más primario se sumaron otros, las cadena los alaridos hacían cobrar formas de un aquelarre en las mentes de los cansados y temblorosos hijos de Ala.
Como la brisa que menea la arena del desierto transportándola de un lugar a otro, poco a poco los hombres de primeras filas retrocedían entremezclándose en posiciones retrasadas.  El Imán Abel-Al Zudur apunto estuvo de hacer lo propio, al voltear la cabeza para encontrar un sitio apropiado, se percato de este hecho pocos eran los que aguantaban la compostura y muchos los que mostraban el terror en sus caras y cuerpos temblorosos.

    Tomo aire para elevar el tono de voz y ordenar reorganizar filas, pero al mantener la respiración un bote salió de la niebla en dirección al pequeño nucleó de las primeras posiciones. Nada más caer un sonido que emulaba la petición de silencio, acompañó un chorro de gas que mutaba con el oxigeno para formar la temida sustancia amarillenta.

   Más de la mitad de los hombres soltaron las armas y salieron corriendo, la orden ahogada de –Quietos- no fue escuchada por nadie, sonaron disparos y tres figuras impregnadas totalmente de sangre salieron de la primera nube que ya se disipaba.

   En forma de triangulo el sargento encabezaba la carga con un brazo amputado esgrimiéndolo como una maza, mientras con la otra mano disparaba a descripción mientras avanzaba. A su derecha el Cabo Higs algo más lento rugía como un león acompasado por el fuego automático de su arma. La macabra escena la cerraba una cabeza amputada clavada sobre la bayoneta del fusilero que corría en segunda instancia.

   La virulenta imagen suficiente para ahogar todo atisbo de valor fue el detonante de una desbandada total, incluso el Imán hubiera corrido de no ser alcanzado y tiroteado por un muy perceptivo Higs al divisar ropajes de mando.

   Los tres diablos se detuvieron, contemplando la huida y los últimos lloros de los afectados por el reciente campo de gas mostaza.

-Soldados. Alto- espeto el sargento- tranquilo, con una sonrisa debajo del casco dejo pasar un par de segundos…

 -¡Victoria! 


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