Abrió los ojos
en el sofá de su casa taller, estaba totalmente empapado en sudor y sentía un
agudo dolor en la mandíbula, aferrándose al cumulo de ropa que horas antes
apartó intentó entrar en calor. Miraba con alivio que todo había sido un mal
sueño, sin darse cuenta se durmió supervisando algoritmos y demás datos del
Tablet.
Se refrescó
la cara e intentó olvidar la pesadilla… Vio como avanzaba el proyecto mientras
buscaba algo de café soluble por algún lugar de la casa.
Con cafeína
caliente en el cuerpo, echó una ojeada al proceso físico, casi completado se
veía: Un utensilio de mano alargado y hexagonal, con una circunferencia
interior para insertar una batería cilíndrica o pilas. En un extremo tenía un led rojo y en el otro un vacío donde el serpentino
brazo creador de materia, trabajaba en una cubierta con un pequeño muelle. En
el centro de manera destacada sobresalía un único botón.
En apenas
una hora el proceso finalizó como estaba previsto; el brazo se retiró dejando
paso a la mano humana. Llevaba años fantaseando con sentir el tacto del primer
utensilio materializado por su proyecto Alpha.
Lentamente, con firmeza alargó la mano derecha;
era tersa y joven, con las venas apenas marcadas y algo de bello áureo asomaba
tímidamente por la piel que cubría el metacarpo. Rodeó el hexágono con los
dedos y lo aferró a la palma, conforme lo acercaba a los ojos para verlo en
detalle…
La mano se
llenó de manchas y se agrietó, sus venas perdieron consistencia marcándose a
una agrietada piel. Con ojos cansados por el paso del tiempo, recordó años
atrás la primera vez que tuvo en sus manos el artilugio parido por su proyecto
Alpha.
-Señor han
llegado los diplomáticos de Militech; Un negociador free Lance y un miembro de
la compañía.
Una bata
blanca con un viejo dentro se levantó de su sillón de mando en la estación lunar
y con las dificultades que dan las piernas en la vejez, cuando se ha
permanecido demasiado tiempo sentado, emprendió la marcha hacia la escolta que
le aguardaba.
-¿Seguro qué quiere hacer esto? Tenemos
hombres que podríamos mandar en su lugar.
Sin detener
la marcha asintió con la cabeza, hace cincuenta años tuvo un sueño y hoy en esa
conversación vislumbraría su metáfora.