Capítulo 1: DEFCON 5
Se levantó
la brisa de levante, agitando levemente el cañaveral aglutinado en las acequias
que circunvalaban la huerta. La tarde moría por poniente dejando paso al
grillar y la calma que acontecía la noche valenciana.
En el interior
de una barraca pisadas aceleradas desplazaban una bata blanca con un muchacho
en su interior .De un lado a otro recogía cajas de pizza vacías, botes de
refrescos cafeínicos, envases de comida asiática y desechables sinfín de
alimentación rápida o a domicilio. Conforme llenaba una bolsa, la depositaba en
un amplio cubo de basura negro alojado en la entrada junto a otro ya
desbordante. Se paró para frotarse los riñones, alzó la vista y dejando los
brazos en jarras oteó la sala.
En otros
tiempos posiblemente albergó a una familia labriega con mobiliario hogareño y
habitaciones, ahora reconstruida en un diáfano estudio que ejercía de taller de
hardware. La mayoría de paredes estaban recubiertas por un entramado metálico
con micro herramientas adecuadas para la construcción de placas y chips, del
techo habilitado mediante juegos de cadenas y poleas, colgaban herramientas más
pesadas para trabajar maquinaría industrial.
El
habitáculo parco en muebles albergaba únicamente: Un sofá, una pequeña nevera
con un microondas encima y en el epicentro una aparatosa mesa. Sobre ella se
desdibujaba un bulto cubierto por dos plásticos opacos unidos con cinta
americana.
La mirada no
buscaba el orden de las cosas, sino resquicios de basura furtiva alojada en
algún recoveco. Iba a realizar una grabación y no quería que aflorase nada que
restara notoriedad al acontecimiento. <<Todo despejado, ha llegado el
momento >> dijo para sus adentros con suma satisfacción. Muchos días sin
descanso llevaba trabajando y el cúmulo de porquería no había sido fácil de
doblegar.
Montó el
trípode y la cámara enfocando a la mesa central. Retiró las cortinas de ducha
que tapaban los diferentes monitores y el prototipo, comprobó que hubieran
detenido el polvo levantado con la limpieza. Asegurado del perfecto estado de
todo, con la premura que provoca la excitación del anhelo, instaló los
diferentes monitores a las CPUs anexas a la mesa de trabajo, los sincronizó a
su Tablet y resopló con nerviosismo.
Encendió la
cámara, miró detenidamente su invento, inspiró hondo… Posicionó el dedo en la
pantalla táctil justo en el icono de “ejecutar”. Era su momento, toda su
adolescencia estaba invertida en ese Click.
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