1 nov 2012



-Se aprovecha de su pasado, él sabe que un asalto inicial podría reavivar revoluciones y apellidos olvidados. Ernesto sabe que Militech negociará.

-Y así será, los tres escuadrones Cyborgs solo están para casos de extrema necesidad. Espero que no sean necesarios, dado que de recurrir a ellos, usted y yo no estaremos en la mejor de las situaciones. ¿Cree que harán falta?



-Su padre no pudo consentir arruinar a la familia con el tratamiento y se suicido. La hermana acompañó a su madre a la manifestación de la privatización de la sanidad pública, en una carga policial de un porrazo en la espalda por el susto o la impresión se trago la lengua.

La madre radióloga se aferró a la hija, era algo sencillo para su preparación, pero los antidisturbios no vieron la gravedad del asunto, cegados con la carga, golpearon repetidas veces a una madre que intentaba salvar la vida de una hija.

Gritando pataleando, desesperada fue arrancada del suelo cuando ya tenía la lengua sujeta por los dedos y a tan solo un movimiento de muñeca. La separaron de la vida o la muerte por asfixia. Tumbada en el suelo y apaleada “por resistirse” vio como moría su hija lentamente.
 Al tiempo que era todo gravado desde un móvil por un manifestante que conmocionaría a la sociedad con el vídeo.

Ernesto vio como todo el mundo ese vídeo. La humanidad gimió de dolor junto a la familia. En uno de los aniversarios del acontecimiento un desconocido, un héroe social, bombeó una granada desde las filas de los manifestantes, voló en parábola como el aguijón del escorpión y ese día lloraron las familias de los antidisturbios y no las de los manifestantes.

El pueblo dejó de usar las manos alzadas “como arma”. ¿Y qué hizo Ernesto? Tenía el nombre, tenía motivos para la venganza, tenía al pueblo alzado y… Se vendió.

Puede llamar a Akasha para decirle que duerma tranquila y piense nombres para vuestra descendencia, no hay peligro en esta misión. Ernesto no es un líder, ni un revolucionario, es un hombre de la compañía. 



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