Dentro del muro, un hombre de edad avanzada corría a través
de las extensiones de campos mientras intentaba aclarar ideas. El footing había
acompañado al Sr. Monforte a lo largo de todas sus grandes decisiones, hoy era
uno de esos días. Cenaría reunido con dos de los consejeros de Nueva Valencia,
tenía que tomar una dirección a seguir después de los preocupantes informes
recibidos en los últimos días.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz chillona y
joven. Sin parar de marchar en el sitio, se detuvo para que el muchacho lo
alcanzara, la bicicleta del cartero paró delante de él fusilándolo con la luz
que desprendía el faro alojado en el manillar, gestionado energéticamente por
la cinética del pedaleo. En el suelo se reflejó la imponente figura del mandamás
de la ciudad mientras se frotaba los ojos y meneaba la cabeza en modo de
negación. El joven acalorado notó lo inoportuno del aparcamiento.
-Disculpe excelencia –Dijo mientras giró el manillar
evitando cegar al Alcalde –Tengo una nota urgente de Don Diego Quiroga de Soto
Mayor.
No pudo evitar mostrar una sonrisa entre dientes bien
disimulada por su estilizada barba, al escuchar el nombre completo de uno de
sus consejeros << Solo le ha faltado mencionar sus títulos nobiliarios
>> pensó.
–Veamos qué quiere de mí el bueno de Don diego, respira y toma
aire mientras decido si precisa respuesta.