2 mar 2013






              



    Meseta central Siberiana a 6-1-2054
  

    La respiración se tornaba visible al mutar con el frío bajo cero, Nadia Morózova no podía distinguirla del humo de su cigarrillo. No era una noche extremadamente gélida, -32º marcaba el termómetro alojado al lado del gran reloj que tenía frente a su mesa.

Las más de ocho horas sin inhalar nicotina y el anuncio de lluvia de estrellas, habían llevado a esta técnica de redes a uno de los balcones que disponía el búnker sumergido dentro de la montaña Svetlana. Desde el saliente podía contemplar el espectáculo que era ver caer meteoros en la noche siberiana, lejos de polución y edificios que menguaran la panorámica.

Con una percepción en Imax del firmamento dejó consumir el cigarrillo mientras quedaba boquiabierta. Cruzó los brazos para combatir desde la opacidad al abrupto clima. Sintió un estorbo, la costumbre del acto cotidiano omitió a sus sentidos, que sostenía con la mano derecha el paquete de tabaco y el encendedor. Por un instante desvió la mirada a la cajetilla:

 Las autoridades corporativas advierten que fumar le hará gastar un año de jornal. Aprox.

A principios del segundo milenio las etiquetas a pie de cara incluso llegaron a prevenir de la muerte. En la era de las corporaciones, los enfisemas pulmonares solo llegaban a mal puerto en los sintecho y ellos no podían permitirse el lujo que era en estos tiempos ser adicto al tabaco. Las personas con capacidad para laburar tenían a su disposición un caro tratamiento de limpieza pulmonar. De no poder costearlo y teniendo capacidades técnicas apropiadas las corporaciones lo facilitaban a cambio de un año de servicios en alguna ubicación especial.



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