Meseta central Siberiana a 6-1-2054
La
respiración se tornaba visible al mutar con el frío bajo cero, Nadia Morózova
no podía distinguirla del humo de su cigarrillo. No era una noche
extremadamente gélida, -32º marcaba el termómetro alojado al lado del gran reloj
que tenía frente a su mesa.
Las más de
ocho horas sin inhalar nicotina y el anuncio de lluvia de estrellas, habían
llevado a esta técnica de redes a uno de los balcones que disponía el búnker
sumergido dentro de la montaña Svetlana. Desde el saliente podía contemplar el
espectáculo que era ver caer meteoros en la noche siberiana, lejos de polución
y edificios que menguaran la panorámica.
Con una
percepción en Imax del firmamento dejó consumir el cigarrillo mientras quedaba
boquiabierta. Cruzó los brazos para combatir desde la opacidad al abrupto
clima. Sintió un estorbo, la costumbre del acto cotidiano omitió a sus sentidos,
que sostenía con la mano derecha el paquete de tabaco y el encendedor. Por un
instante desvió la mirada a la cajetilla:
Las
autoridades corporativas advierten que fumar le hará gastar un año de jornal.
Aprox.
A principios
del segundo milenio las etiquetas a pie de cara incluso llegaron a prevenir de
la muerte. En la era de las corporaciones, los enfisemas pulmonares solo llegaban
a mal puerto en los sintecho y ellos
no podían permitirse el lujo que era en estos tiempos ser adicto al tabaco. Las
personas con capacidad para laburar tenían a su disposición un caro tratamiento
de limpieza pulmonar. De no poder costearlo y teniendo capacidades técnicas
apropiadas las corporaciones lo facilitaban a cambio de un año de servicios en
alguna ubicación especial.