27 jun 2012



    Entrada 15. (Una tarde cualquiera 1 de 5). Narrador Autodiegético. 




    El camión de los hombres de Hamilton se aleja por la carretera. Pobre niña inocente, estás encomendándote a Dios en estos momentos, para que controle tu ira. Miras al cielo y suspiras, bajas la mirada, y ahí, de pie, está tu hermano, despidiéndolos con la mano y una estúpida sonrisa de paleto. ¿Cómo puede ponerles buena cara, si en cada cosecha nos roban más y más?. Por una falsa protección que tu vientre demuestra que no es tal. En realidad, es por eso que sientes ira en lo profundo de tu ser, no por la cosecha, ni porque los despida tan alegremente. Sientes un fuego que te arde desde el fondo de las entrañas.


    Fue un sueño, te repites cada mañana, una pesadilla, pero sabes que fue muy real. Comprendes que el bebé puede ser suyo. Estaba borracho, no pasan muchas mujeres por aquí, y tú eres una mujer.


    Gritas en tu interior, << soy su hermana>> replicas, pero aquella noche fuiste su amante, contra tu voluntad y por voluntad de la destilación, del Vodka, pero lo fuiste. No puedes evitar pensarlo en los momentos de mayor repulsión, cuando lo ves ahí plantado con esa metralleta al hombro, con esa estúpida pose, despidiendo a unos ladrones. Entonces, lo que ocultas como si fuera un sueño sale a flote, te causa náuseas, pero eso también lo puedes disimular. Estás embarazada, las náuseas son normales en tu estado.


 – Sara, deja de andar por las nubes y baja aquí. ¡Hay que hacer cosas, carajo!. Date prisa o sacaré a pasear la correa –  te recrimina.


–  ¡No grites!, que aún me quedan años para estar sorda–  dices violentada, pero él te mira con odio y desprecio. – Ya voy, ya, no saques nada – añades con sumisión.


Bajas por la casa, está sucia. Estos ladrones que se hacen llamar recaudadores no cuidan nada. Todo esta desordenado y lleno de arenilla, por el ir y venir de cajas de patatas por en medio del salón. Tendrás un día duro.


                                                            Ir entrada 16