18 sept 2012



    Flanco Oeste Berebere

    Shaib cargaba sobre sus hombros al mal herido Muabdil, desangrándose en cada paso impregnaba el cuerpo con su sangre al auxiliador, bajaba por su pecho y conforme avanzaba llego a sentirla por la pierna. << No va a aguantar, está perdiendo demasiada sangre >> Se dijo Shaib mientras incrementaba el paso sacando fuerzas de flaqueza, con cada paso se hundía en la embarrada arena y le costaba un mundo la marcha.

    En el horizonte cercano vio al Imán al mando que había quedado retrasado junto a los frenados bereberes Jerbas que no podían andar en formación por los innumerables heridos que eran portados en volandas o ayudados por otros civiles que como el habían antepuesto la vida ajena a la venganza.
    Para su sorpresa las órdenes fueron claras, él no las escucho pero la imagen que se plasmo ante sus pasmados ojos las representaba.

    Con fusiles en alto apuntando a sus compatriotas hacían movimientos señalando el suelo y luego les indicaba con un movimiento seco, tajante, la dirección del frente, del Rombo Cardinal. Muchos se negaron, no todos portaban a un desconocido, hijos portaban a su padre o viceversa, hermanos y un largo etc. de parentescos. Al negarse abrieron fuego sin piedad sobre el herido y el portador, con tan solo dos muertes selectivas comenzarón a dejar a los heridos en el suelo a su suerte y se encaminaron en la dirección de refernencia.

    Con perplejidad no supo que hacer, hasta que fue encañonado por un Jerba de ropajes negros con el clásico turbante y cinturón rojo carmesí. Como un resorte dejo caer al herido Muabdil y alzo los brazos.
-A luchar, al frente, no recojas heridos, no retrocedas, ¡Adelante!- Espetó con fiereza el Jerba.
Se dio la vuelta y notó como le sujetaban la pierna, sin cruzar palabras, sus miradas se cruzaron, Muabdil le ofreció su arma, mucho mejor que la cimitarra que portaba Shaib.
    Para un Berebere poco experimentado en la guerra era una “pistola metralleta” para ojos de un soldado era un subfusil Spectre Italiano famosos por su capacidad de cargador y poca fiabilidad.

Tomando el arma, se dio la vuelta e hizo lo único que podía hacer… Correr como alma en pena.