Entrada 171
El sargento miró a los lados buscando quien estaba vivo,
quien estaba muerto…
-¡Nombraros!
-Cabo Higs. Señor.
-Fusilero sur 1. Señor.
-…
<< Solo quedamos tres hemos estado jodidamente cerca,
cojones…>> Paso a infrarrojos la visión del dañado casco para ver mas
allá de la nube que ahora les protegía de cualquier entrada enemiga, tarde o
temprano se disiparía…
<< No quedaran más de 40 o 50 y no veo a ninguno de
esos militares- refiriéndose a los Jerbas.>>
Como zombis los bereberes vagaban por el interior de la
nube, el mal que les adolecía era sentir como todo su cuerpo formaba infinidad
de bambollas pustulentas que se reventaban, cuanto más se frotaban mas rápido actuaba.
Todos notaban un hinchazón en los ojos y una total ceguera, los pulmones
abrasaban el interior con cada respiración, un trozo de alma hirviendo trepaba
por sus gargantas.
Adán era uno de ellos, con vanas esperanzas a salir de esta
con vida, deambulaba con un brazo extendido tanteando… <<No quiero morir,
no quiero morir, todo me duele, dios, no quiero más dolor, no quiero morir >>
Su mano tocó algo metálico…
El Sargento mientras ingeniaba lo que fuera para salir de
esta, notó como una mano temblorosa le tanteaba la espalda…
-Escucharme… ¡A mi posición!
Cuando llegaron sus dos hombres, con una voz fría y pausada comenzó
a narrar.
-Abandonar vuestra humanidad, no tenemos sentimientos…
Con un solo brazo elevó el cuerpo de Adán y lo tumbó en
plano boca arriba sobre el suelo. << No por favor, no me hagas daño, no
más dolor>> Pensó el incauto berebere, pero le fue imposible decirlo en
alto, el miedo se apodero de todos sus músculos.
-Sacáis la adrenalina y el anti-shock (anti-desmayo)…
Notó como le pinchaban en el cuello y por un momento se sintió
despejado, apenas sentía dolor, estaba lucido.
-Coger cuchillos de esos de carnicero que esos hideputas quieren
usar contra nosotros y hacéis esto- Inserto el cuchillo dentro de los
pantalones de Adán y tiro con fuerza hacia arriba, cortándole el pantalón y el cinturón,
con la mano izquierda sujetó las vergüenzas del berebere y le amputó testículos
y pene.
Adán noto un movimiento brusco como un pellizco en la
entrepierna y luego le depositaron en la mano derecha unos objetos gelatinosos
y viscosos…
-Que sientan lo que es estar en el infierno, que esos que se
amontonan ahí fuera escuchen lo que es el dolor y la desesperación… ¡No dejéis alma
sin gritar dentro de esta posición!
Sintió como le forzaban la mano a la ingle como el cyborg o
lo que fuese el ser que lo había tirado y depositado esas cosas en su mano quería
que se tocarla ingle, sin oponer resistencia se dejo hacer. El sargento
posicionó la mano de Adán sobre el corte para que se diera cuenta de la situación
en la que se encontraba.