24 abr 2013




   En mitad del campo se encontraron, David paró en seco desafiante. Gesticuló indicando a la corredora que frenara. Miró fríamente a su rival que balanceaba el arma luciéndose ante el público. << Pobre imbécil >> Pensó David.

    La mujer apretando el balón contra su pecho y jadeante, se volvió hacia todas partes para concebir una imagen general de la situación; por detrás de ella, el corredor rehecho se incorporaba con sed de venganza. La banda izquierda no resistiría ni diez segundos, el piquero era carne de horca contra los dos bateadores. La pelea de suelo continuaba en tablas, Dagon tenía sujeto a su contrincante con una presa ahogándole por el cuello.

   El Macero jugando con el tiempo a su favor andó despacio hacia David. Tímidamente el mote de Rey David afloró a modo de ánimo, entre una minoría de la masa asistente.  Los vítores del público le recordaron la época que defendía los colores de Nueva Valencia… Tiempos de gloria olvidados para el jugador.

<<¡Sandevistan!>> Exclamó mentalmente  mientras permanecía totalmente inmóvil, dejando que su equipo neuronal cargara el potenciador de reflejos. El jugador de la maza andaba sin imaginar que David estaba usando el parón desafiante para ofuscar el tiempo, y rascar los segundos que precisaba su glándula implantada, en suministrarle adrenalina sintética por el organismo.

   El corazón del jugador nómada comenzó a bombear sangre por todo el cuerpo arrítmicamente sobre oxigenando los músculos. El clamor del público se tornó confuso, dilatado. El rival gruñó y cargó con la maza en alto. <<Solo un par de segundos más>> se dijo para sí mismo, y cerró los parpados envolviéndose con negrura.

   2…1… Su cuerpo se estremeció con un espasmo y los músculos se tensaron hasta casi explotar. Sintió como si por los poros saliera una onda de energía que había mutado en su interior. Abrió los ojos despacio, dejando entrar la luz de la realidad. El mundo permanecía cristalizado y su visión se enturbiaba alrededor de un círculo de nitidez. Todo transcurría lento, todo era predecible, todo iba a sucumbir ante él.