Terminó la presentación y cojeando como había llegado emprendió
camino dejando el Eso en el suelo
justo en medio de ambos campos despidiéndose con el clásico; -¡Qué comience el
partido! –Siendo aclamado por todos los espectadores. El equipo del Paso
andando despacio mientras levantaban los brazos y era aclamado por el público
se dirigió al final de su campo.
-Escuchadme todos –Dijo David –Los más veteranos ya sabéis
lo que voy a deciros, pero es algo crucial para vosotros y para la nueva. No es
un partido más, los equipos nómadas no tenemos partidos de trámite. Cuando las
fuerzas mengüen, cuando todo vuestro físico os diga que os quedéis tumbados y
no os levantéis, olvidarlo, no tenemos esa opción. Qué más da morir en el campo
a morir en unas semanas de hambre si perdemos. Esto no es un partido más. Esto
es ganar o morir, no hay más, todo se resume en eso. ¡Ganar o morir!
El balón de la era apocalíptica el bautizado como IT, en solitario miraba sin ojos a los
dos equipos en su línea de palos, ambos expectantes con el cuerpo avanzado
esperando el disparo que lanzara el encuentro.
En uno de los balcones privilegiados un hombre alto y
delgado con una rasurada barba negra con terminaciones canosas en la base del mentón
se levantó, acostumbrado a una posición de mando hizo caso omiso a las múltiples
miradas que se giraron hacia él, cargó con parsimonia la pistola de bengalas y
sin mirar a la muchedumbre el jefe de los Portuarios, banda que tenía tomado el
viejo puerto de Valencia, disparó al cielo dando comienzo al encuentro.