HIRU 3.0 a vista de cuervo
Ataviada con una manta rasgada a modo de poncho, Hiru
callejeaba por las cercanías del mercado del Paso. El atuendo no solo la protegía
del húmedo clima valenciano, era una doble medida de seguridad, camuflaba su
arma de ojos recelosos y en caso de necesitarla tenía asegurado el factor
sorpresa. El mercado del Paso había sido despejado; caravanas, carros y
escombros delimitaban el obtuso rectángulo de juego.
La gente se aglutinaba a
su alrededor. En los edificios circundantes que ejercían de palcos, podían verse
las variopintas mafias de la pequeña ciudad, según la notoriedad accedían a
edificios mejor situados. Todo esto no le terminaba de gustar demasiado. Bullicio
mezclado con alcohol y drogas era un coctel de problemas para una mujer
acompañada únicamente por un fusil de asalto. Aprovechándose de sus
ciberópticos, buscó un sitio elevado y bastante alejado, se recostó en la
penumbra y desde allí amplió el zoom al máximo oteando todo lo que sucedía sin
prestar atención a nada en particular, emulando a los cuervos subidos en las señales
de las autopistas.
El ir y venir de los corredores de apuestas con sus gritos y
alabanzas a los jugadores incentivaban al ya de por sí caótico público.
Empezaron a encenderse las primeras antorchas al tiempo que unos subalternos
clavaban los palos que delimitarían la zona válida para anotar.
A través de la
muchedumbre se abrió un pasillo para dejar pasar a los jugadores, en medio del campo ambos equipos saludaron y cada
uno de ellos seleccionó un espacio para equiparse sin prisa. Las armaduras estaban
compuestas por diferentes tipos de piezas de otros deportes del pasado,
formando collages defensivos mitigadores de daño. Con los ojos puestos en los
rivales nómadas el equipo oficial del Paso se preparaba en silencio. Gran parte
del miedo o bravura pre partido, era otorgada al saber contra que armaduras y
armas iban a enfrentarse.