27 jun 2012





    Entrada 9. (Los vecinos. Parte 2 de 2).  Narrador omnisciente.


– Bueno, hay mucha distancia entre nuestros dos países. Allí es normal, y más de donde venimos – aclaró Corven con una amigable sonrisa. Night city era la cuna de la moda y lo excéntrico. – Allí, tu nombre seria el raro. 

– ¡Madre del amor hermoso!. No me extraña, pobre crío. Si ya llamáis “nit citi” a una ciudad – se mofó Fran. – Ahora entiendo porqué les ponéis esos nombres a vuestros vástagos. 

– Claro, por supuesto – asintió en tono conciliador. – Bueno, y la futura madre… ¿cómo anda?–  añadió mirando a Sara. – ¿Has usado mucho la cámara del cyber-ojo?. Será precioso cuando tu hijo crezca y vea cómo era la vida de su madre a través del video que estás grabando. 

    Sara miró hacia abajo sonrojada. – Muchas gracias Corven, estoy bien y no he podido grabar mucho, solo pequeñas imágenes de la puesta de sol y cosas así – dijo algo apurada.

    Fran interrumpió la conversación de Corven y Sara. – ¡Tonterías, no son más que tonterías!. Esperemos que no salga una cabeza hueca como tú. Al menos, si pares un hombrecito, me ayudará en el campo, porque como tenga que alimentar a otra hembra, no sé qué vamos a hacer –, y miró los montones de cajas con patatas y lechugas apiladas en lo ancho del comedor. Era casi toda la cosecha, el impuesto que tenían que pagar por el arrendamiento de la casa. El camión de los milicianos estaba al caer. Unas veces se retrasaban más que otras, pero siempre venían y se lo llevaban todo.

– Bueno Sara, ¿pasamos a tu cuarto y te hago el reconocimiento?. Andamos algo cortos de tiempo, aún tenemos que subir todo el Puerto y no quiero que se nos haga de noche – explicó Corven.

    Sara miró a su hermano, al cabeza de familia, buscando su aprobación. –Sí, anda, id al cuarto a que te mire las vergüenzas. Yo me voy a pasear mi nuevo fusil, incluso creo que malgastaré unas balas. Quiero ver cómo suena– se pavoneó Fran.

– ¿Te vienes niño?– Exhortó a Shodan.

– Va a ser que no. –  El muchacho fue escueto pero preciso en la rápida contestación.

– Tú te lo pierdes rapaz.– Fran se despidió de Corven con la mano. –Coged toda la comida que podáis cargar tú y tu (“afeminado”, pensó) hijo en vuestras mochilas. Con eso vais bien pagados – añadió desde la puerta, y salió al porche en dirección a los campos. 


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Los nombres de Corven y Shodan, son mi tributo a Pepe Cyberpunk, un gran narrador de historias valenciano, al cual le debo cientos de horas de diversión.