Entrada 143.
Alzó la zurda para
indicarle que demoraría la respuesta mientras tomaba bocanadas de oxígeno a
través de la mascarilla que apretaba contra su boca con la diestra.
-Bien hombre bien, hoy sobreviviré-
Comentó más calmado al retirarse la mascarilla – ¿Y esa copa que comentábamos
antes? Si tienes un cigarrito liado lo agradecería
-Sea- Le ofreció su pitillera y una
caja de fósforos mientras sacaba una jarra pequeña con agua. Se agachó y buscó
por el mostrador durante unos segundos, cuando se levantó jugueteaba con una
pequeña bolsita entre los dedos.
Verdejo entrecerró
los ojos e intentó ver que contenía la aplanada bolsita -¿Es un condón?-
Especuló.
-¡Serás cretino! Es una pastilla
militar para depurar agua, capullo.
El nómada hizo un
aspaviento mientras tiraba la cabeza para atrás, se metió la mano en la riñonera y sacó
unas gafas de vista que habían vivido tiempos mejores, recubiertas con cinta
aislante, esparadrapo y alguna clase de adhesivo. Las fijó y exclamó – ¡Coño,
pues es verdad! ¿Y de dónde has sacado tú una de éstas si puede saberse?
-Manda huevos, aún conservas esas
gafas. Están más remendadas que la ropa que usaba de niño… Sobre la pastilla,
vino por aquí un tío que decía ser de una familia importante de Ciudad X,
bebió, comió y hasta se folló a una motera en los baños, cuando salió la tiró
sobre la barra en pago por todo lo suyo y lo de la mujer.- Sacudió la bolsita y
asintió con la cabeza.
La abrió encima de la
pequeña jarrita, sacó un vaso de “chupito” y uno parecido; el clásico vasito de
café cortado. Dejemos que repose un poco la pastilla.
Ambos se miraron a los ojos y al
unísono dijeron: -Noooo- Y rieron.
Sirvió los dos sorbos de agua pura. – ¿Bueno, por qué brindamos,
poeta?