Entrada 142.
Se dio la vuelta al mismo tiempo que golpeaba la
barra con la palma de la mano, para dar una sonora advertencia sobre su llegada
al camarero. Asintiendo con la cabeza mientras miraba el lado derecho del local
sacó un papel de fumar y un poco de picadura.
-¿Qué va a ser forastero?- Señaló el camarero mientras limpiaba un
vaso; escupió saliva y continuó frotándolo esperando la respuesta.
El nómada lo miró al tiempo que se encendía el
pitillo, cuando fusionó su humo con el del resto del local se quito las
voluminosas y pintorescas gafas de sol. De nuevo golpeó la mesa mientras
añadía: -¡No hay huevos!. ¡No hay huevos!
Se dibujó una sonrisa en la faz del camarero
mientras dejaba el vaso y, aligerando el paso se acercó para atender al que una
vez desprovisto de lentes y sombrero, mientras gritaba una frase del pasado…
Reconoció como su amigo.
-¡Verdejo que alegría verte por mi establecimiento!- Bruscamente
sacó medio cuerpo por encima de la barra y malamente le dio un abrazo y unas
palmadas en la espalda – ¿Qué haces por aquí?
- Estaba relativamente cerca y me he dicho; voy a ver si me tomo
algo gratis y de paso actuó un poco.
-Serás cabron.- Y ambos rieron. Verdejo empezó con una risa
entrañable y terminó con un pequeño ataque de tos. Tiró el cigarrillo al suelo,
con la misma mano sacó un trapo rojo del bolsillo y se cubrió la boca mientras
remitía el ataque.
Al retirarlo era evidente que estaba manchado de
sangre, cosa que no pasó desapercibida para el que lleva toda la vida detrás de
una barra.
-¿Cómo llevas lo tuyo? - Y le señaló al pecho a la altura de los
pulmones.