Entrada 141.
Pero El Santa continuaba de pie por una jornada más.
No solo oteó el cártel, también se interesaba por el número de vehículos
aparcados a su alrededor: Casi media docena de motocicletas de distintas
cilindradas, una furgoneta con una emblemática pintada de los años 80; el
enorme símbolo de la paz en amarillo. Pero ni eso llamó la atención del nómada,
enfrente de un árbol cobijándose del sol una especie de furgoneta eclipsaba al
resto, era más vieja que su propia persona y eso ya es decir... Totalmente
blindada con chapas de metal y remaches, su parte trasera parecía más un gran
deposito de combustible que un maletero << ¿Será un viejo modelo
americano?>> Pensó con intriga al no encontrar ese modelo en sus
recuerdos.
Sin darle más importancia de la que tenía, realmente
ninguna, encaminó con paso más ligero la puerta <<El bueno de Óscar
tendrá una tarde atareada, tiene que estar hasta los topes >>.
Una densa nube con olor a tabaco, polvo y alcohol
dio la bienvenida al viajero nada más traspasar la puerta. Se aproximó a la
barra y tomó asiento en un taburete. Miró a su izquierda siguiendo la línea de
la delgada y larga barra que se extendía por toda la zona de privados, no
estaban separados entre sí. El nombre lo adquirían por un minucioso trabajo en
adquisición de sillas bastante bajas que rodeaban las cuatro mesas circulares,
la sensación de privacidad era otorgada por el encogimiento alrededor de la
mesa, dando pie a susurros cercanos y negocios varios. Tan solo vio un grupo
formado por dos hombres y una mujer cuchicheando sobre un asunto que solo ellos
sabrían. El remanente de clientes ocupaban el resto del local, mucho más amplio
y menos cercano.