E. Ferrer nos presenta su nuevo capítulo.
El “Mercado del Desguace” estaba abarrotado esa mañana. Decenas de
carroñeros pululaban los diversos puestos tratando de vender sus últimas
adquisiciones. Aitor entre ellos, se desplazaba silencioso bajo la discreción
que le proporcionaba su capucha. Pese al gusto por el anonimato que reinaba en
el ambiente, nunca estaba de más cubrirse de ojos curiosos. No sería la primera
ni la última vez que asaltaban a un confiado vendedor. Por supuesto, nada
ocurría en las propias inmediaciones del mercado, los Hijos de la Triada
velaban por la seguridad de los “recuperadores” ofreciendo un puesto de
comercio estable en las cercanías de Eurovegas.
Se deslizó por
entre los callejones que formaban los improvisados tenderetes, haciendo caso
omiso de estos. Buscaba un traficante en concreto.
<< ¿Dónde
coño estás? >> Aunque los compradores pagaban tasas para mantener sus
comercios en una zona concreta, ésta era lo suficientemente amplia para pasar
un buen rato buscando.
Después de un
largo recorrido por fin la vio. La gran pancarta negra cubría la parte superior
del tablado colocado a modo de barra, donde se realizaban el grueso de las
transacciones. Justo detrás, una carpa también negra, protegía de miradas a los
clientes más selectos.
-Puto amarillo -susurró dirigiéndose en esa dirección.
-Puto amarillo -susurró dirigiéndose en esa dirección.
Como la gran
mayoría de traficantes del Desguace y de los señores de Eurovegas, Xiao Lee era
chino. La marea asiática había ganado poder tras los sucesos que acontecieron
al denominado “Botón Rojo”, siendo los primeros en reorganizarse tomando en
posesión la ciudad del juego. Uno de los pocos emplazamientos que sobrevivió al
cataclismo nuclear. Desde allí controlaban el mayor de los emporios comerciales
de la antigua España.