1 dic 2012




    En unas horas había corrido la voz de la llegada de Jugadores al Paso levantando la expectación popular. En un era; sin televisión, ni radio, ni absolutamente nada y que todo giraba alrededor de la supervivencia, los Jugadores en mayúscula eran el último resquicio de diversión a la que aspiraba la moribunda sociedad.

     No disponían de grandes fortunas como los deportistas de antaño, el mundo era pobre. Pero si gozaban de cierta protección y respeto otorgándoles una bula para andar libres de atracos entre ciudades. No todos los días se podía ver un partido del Juego. Era más grato el espectáculo que los pocos alimentos escudriñables en caso de asaltarlos.

     El equipo carente de nombre como todos los conjuntos nómadas que practicaban el Juego, se encontraba reunido al completo alrededor de unos adoquines que ejercían el papel de mesa y sillas, en un modesto bar alojado en las ruinas de lo que fue una casa. Ahora reconvertida en un patio a la calle sin techo y con solo tres paredes. Daba el aspecto de terraza  estaba despejada para ver el ir y venir de la muchedumbre del Paso.

    Sentados alrededor del apocalíptico inmueble escuchaban la voz diligente de Gerardo el más viejo del grupo: A medio camino de los sesenta años era difícil encontrarle dientes en la boca, tenía la piel acartonada y rojiza por el duro castigo que supone caminar por el yermo. Su función consistía en transportar los enseres generales dentro de un pequeño armario acomodado con cintas de mochila. Y al llegar a la ciudad negociar con los encargados de las apuestas para ultimar los pros y contras de los partidos.

-Son vuestros huesos y vosotros tenéis que decidir como queréis que os los partan;
¿Negocio con el equipo del Paso o el de Nueva Valencia? –dijo Gerardo.

    El Piquero nigeriano dejó la taza de té sobre la mesa adoquinada: -Apenas tenemos comida, deberíamos cubrirnos la derrota enfrentándonos al equipo de NV, los equipos grandes pagan aunque ganen, seguramente perderemos pero llenaremos el estomago con algo más que té.

    La mujer miró al resto de jugadores aún no había jugado con ellos ni sabía a ciencia cierta como se negociaba. La incorporaron debido a que en el último partido el corredor titular sufrió una grave lesión en la rodilla, dejándole apartado del Juego para siempre.