Entrada 185.
A primera hora de la mañana
en los altos se permitía el lujo de disfrutar de las vistas, en este momento
pasó por alto la espectacular imagen que ante sus ojos borrosos se vislumbraba.
Pero Jack como buen profesional en los
momentos difíciles no malgastaba ni la visión en banalidades. Escrutó el lugar
y una rama gruesa fue el objetivo de su percepción.
Como pudo la limpió de púas
y pequeñas ramas ayudado del cuchillo. Con ambas manos se aferró al improvisado
cayado, se colocó el casco, activó el oxígeno de la armadura destinado para
ataques químicos y marchó montaña arriba…
Cada kilómetro se hacía más difícil
que el anterior, el frío asediaba húmedo y sin contemplaciones calando las
capas de blindaje como la munición penetrante. Los huesos rotos por lesiones
del pasado uno a uno se hacían eco mandando mensajes de dolor al cerebelo.
Nunca creyó que un editor de dolor le sería de utilidad en una larga caminata,
eran incontables los avisos que recibía en el monitor del casco. Mostraba todo
el cuerpo casi en rojo parpadeante. No tenía ni tiempo ni ganas de ver los mensajes
y desactivó la función de informe de daños. <<Lástima que el cansancio no
se puede anular>> resopló.