Entrada 188.
Otra
atronadora ráfaga escupió el cañón de la Remington, esta última ristra de
disparos no buscaban alcanzar el objetivo que aún no veía, pero sacó tiempo
para cobijarse entre los restos de un árbol caído.
Con
cobertura, analizó la situación: De ser un ser vivo ya habría respondido al
fuego. Posiblemente fuera una arma manipulada por un programa y por suerte el
alcance del detector de su armadura era más lejano que el de la supuesta
torreta.
Sacó el
proyector de microondas y su PDA. Con rapidez intercambió baterías. Posiblemente
esto lo dejara incomunicado descargándola totalmente, pero mejor era eso que
recibir una ráfaga en medio de la nada.
Una vez
acoplada apuntó al árbol buscando la torreta o lo que fuere: Las partículas
detectaron el mecanismo del camuflado utensilio, pronto aparecieron los datos
en el monitor: Detector de movimiento por pH sin marca.
Jack se
levantó y no pudo evitar sonreír. Un simple detector de movimiento casero le había
costado seis cartuchos de Remington. No anuló el aparato con una descarga de
microondas, se limitó a escanear la zona e ir esquivando ese y otros dos
idénticos que aparecieron a lo largo de la subida.
Con fuerzas
renovadas por el incidente prosiguió sin detenerse a pensar. No quería
enfrentarse de nuevo a sí mismo. Prefería el duro lance con la montaña, más
físico y menos doloroso.