Entrada 207
Preparó la chuta. Rodeó su brazo con un trozo de goma alargada, abrió y cerró el puño hasta que las venas tomaron forma. Un pinchazo… La heroína entró en su cuerpo y el tobillo dejo de dolerle. Despacio tiró de la parte posterior de la jeringuilla, extrayendo sangre y mezclándola con la droga. Empujó despacio y la venenosa sustancia mezclada con vitae penetró por sus venas produciéndole paz.
En la
distancia de nuevo aparecían los caballos salvajes dirigiéndose hacia él.
Repitió la operación varias veces hasta estar sumido en sopor. Con la mano
acaricio los hocicos equinos. Todo estaba en su sitio, el campo era
maravilloso, los animales eran sus amigos y no sentía cansancio, solo un
profundo y cálido sueño.
Fue cerrando
los ojos y se quedó dormido soñando con rocines y tiempos mejores.