La banda derecha no iba mejor, incapacitado para andar y
gritando sonidos ininteligibles propios del que no tiene lengua, el macero del Paso
dio por zanjado ese lance. Miró al centro, para ir al refuerzo del que se peleaba
a puños y luxaciones de suelo. Dio el primer paso y notó como le apresaban la
pierna por detrás. El tullido sin lengua y ahora sin rodilla se había lanzado a
la desesperada, rodeaba su pierna con ambas manos en un vago intento por
detener la marcha, sin defensa y sumiso a recibir el correctivo que fuera.
El jugador del Paso golpeó con tino quitándole el casco e
indicando sin palabras; que si no le soltaba tendría que pasar a mayores. Era
común ese tipo de lenguaje en lances ya finalizados, el juego trataba de anotar
un punto con el IT, no de asesinar sin contemplaciones. Pero el mudo agachó la
cabeza y se aferró más fuerte.
En pie sorprendido por el alarde de valor quedó
pensativo mientras desde la banda, como si se tratara de un aquelarre se
escuchaban peticiones a gritos: -¡Mátalo! ¡Deletéalo!
¡Termina con él! – Alzó la maza y asestó mortalmente, partió el cráneo con un
seco sonido que se escuchó por encima del griterío de la gente. Los sesos
salpicaron indiscriminadamente, el cuerpo con un latigazo nervioso expiró de
vida, aflojando la presión que ejercía sobre las piernas del verdugo.
La muchacha se estremeció en la distancia con la aberrante
ejecución de su compañero. Sintió impotencia y rabia. Al tiempo que por el
rabillo del ojo vio pasar a toda prisa al corredor en dirección a los palos.
Sin darse cuenta casi robotizada, brincó hacia delante. Apretando la mandíbula con fuerza y cerrando
los puños por la ira –Ganar o morir - Se decía a si misma mientras recortaba
metros entre ambos.