Entrada. 218
Mientras
Corven abrazaba a Shodan, podía sentir como el corazón bombeaba sangre
apresuradamente. La niña respiraba afanosamente tomando pequeñas bocanadas de
aire, estaba teniendo un ataque de ansiedad por la situación vivida hacía unos
momentos.
-Estás a
salvo, intenta respirar hondo –profesaba al tiempo que le acariciaba la cabeza,
deslizando la mano por todo el cabello.
El
Tecno-medicó arrodillado en tierra consolando a su hija no pudo evitar alzar la
vista por encima del pequeño hombro y contemplar a Net-La . Ésta, como si esperara el cruce de miradas: Dejó en
el suelo la vibro-espada y cogió la pistola del decapitado cazador de hombres.
Corven le
susurro a Shodam: -Estás muy nerviosa. Un pinchazo y te relajaras, estate
quieta un momento. –Se incorporó y del cinturón médico que siempre portaba:
Sacó un dosificador de calmantes, lo situó en el cuello de la niña y mantuvo el
pulgar presionado hasta suministrarle una dosis muchísimo mayor de lo necesario
para aplacarle el estado traumático. Conforme las drogas penetraban los estratos
de la piel; Shodam se relejó hasta el punto de cerrar los ojos y caer rendida sobre
los brazos de su padre. Con cariño como quien acuna, la postró lentamente en el
suelo y avanzo unos pasos hacia Net-La.
-Bueno y
ahora. ¿Qué piensas hacer Net?
-Ambos
sabemos qué es eso –cabeceó refiriéndose al arma de cuerpo a cuerpo –y las consecuencias
que tendría sobre mí, si alguien supiera que poseo una. Voy a hacer lo único
que puedo hacer, asegurarme la supervivencia. –A duras penas con la mano herida
tiró para atrás la corredera del arma corta. Miró que la Dai Lung CRP-22
tuviera una bala en la recamara y de nuevo cruzó miradas con Corven.